En plena práctica de fútbol entre los que no jugaron contra Arsenal y un equipo de Reserva, Pablo Pérez se excedió en aquella premisa que solicitan los Mellizos («en la semana hay que trabajar con la misma intensidad que los domingos») y le cometió varias infracciones a Tomás Fernández, un delantero ligerito y muy habilidoso.
La última, la que colmó el vaso, fue un patadón muy a destiempo que dejó al chico tirado en el césped. El nerviosismo que evidenciaba el N° 8 y la ausencia de disculpas hacia su compañero provocaron que Gustavo Barros Schelotto lo echara de la práctica. Directo al vestuario. Poco después, el trabajo del día se terminó.
Pérez, enojado, no sólo abandonó la cancha principal del complejo Pedro Pompilio, sino que enfiló hacia el estacionamiento, se subió a su auto y se fue del club.